martes



De Venezuela dos amigas
Lizette Arbelaez J.


Cuando era niña mis compañeras de juegos eran Mónica y Patricia, hijas de la mejor amiga de mi mamá, que se fué a vivir a Maracaibo. Venezuela me parecía tan lejos en ese entonces, que creía que era otro mundo, sentí que las había perdido para siempre, cosa que por fortuna no ocurrió. Ahora en Stuttgart, en proporción, Venezuela es como mi propia casa. A excepción por las disputas limítrofes que siempre han sido utilizadas por los políticos de un país o de otro. De todas maneras quiero saber en qué casa no hay diferencias?

Me siento Caribe en su totalidad y eso me permite asumir el libro “Mi Cocina” de Armando Scannone como la mia propia. Para quienes no conocen a Scannone les puedo decir que es un gurú de la cocina venezolana y dice que ”no se ha desarrollado bajo la influencia de grandes cocineros o restaurantes, por el contrario es casera, doméstica, generalmente elaborada por mujeres”. Con un carácter popular y enriquecida por la cocina caribe, se suman además los buques que han llegado a cargar los productos venezolanos durante siglos y a su vez dejaban gran cantidad de aportes. También la migración a lo largo del siglo XX, italianos y franceses, ha sido muy importante para enriquecer el fogón regional.

“Mi Cocina” de Scannone lo he recibido a través de la Tata de Máximo y de Diego que llegó desde Caracas a visitar en Stuttgart a su hija Jenniffer, quien me ha enseñado a preparar el pan de jamón para navidad, hemos conversado sobre las diferentes clases de Pabellón* y las diferencias con el Pabellón criollo, hemos preparado arepas* y buscado la harina PAN en diferentes tiendas compartiendo la angustia de que estuviera agotada. En octubre de 2009, se había prohibido en Alemania su importación, hubiera sido un desastre para nuestra ya maltrecha consecusión de productos latinoamericanos no encontrar además harina de maíz.

Quienes nos han escuchado en la radio, con mi otra Jennifer de Venezuela, Jennifer Soler o la Pajarita, mi compañera en este y otros proyectos. Hemos compartido algunos de esos momentos culinarios como tratar de entender qué es el chupe en Perú o Venezuela. También la Pajarita me ha aportado algunos libros reacionados con la gastronomía no sólo venezolana, entre ellos, un tratado filosófico de cocina llamado “Intimas Suculencias” de la mexicana Laura Esquivel, edición de Mondadori de 2007; rindo tributo y menciono su más conocido libro “Como agua para chocolate” del cual se filmó la película en 1992.

Con pescado fresco y tortas de cazabe*(casabe) se alimentaron la huestes libertadoras. Las alacenas estaban surtidas con pan de acema*, sopas condimentadas de cilantro* o culantro. No faltaba la morcilla oriental y tampoco el cerdo herencia española. En Cumaná se les engorda con maíz y coco, cuando pasan al fogón los condimentan y marinan produciendo una auténtica delicia a los paladares. Los guisos de oriente son famosos, esta presente la saludable flor de la sábila, comen venado, yagüaza*, iguana y perdiz. En la península usan por lo regular el jugo del coco. Mencionamos el arroz con palomitas, conejo y avemaria constantes en los mercados de Zulia y Maracaibo.

Guayana penetrada literalmente por Humboldt y Bompland también produce maíz y yuca, los cocinan en esos hornos de las casas hechas de tierra y tejado de paja, donde arde la leña junto con la carne del cachicamo* que sólo necesita como adobo sal y limón.

Las fiestas llaneras venezolanas me recuerdan las del llano colombiano, reses que se asan en grandes parrillas, con arepas o cazabe, bajo la música del arpa que acompaña cantos de voces recias. Con las dos Jennifer´s me siento como en casa, puedo compartir el arpa, las maracas, los joropos llaneros y hasta la Salsa del Caribe con arroz con coco.De Venezuela dos amigas

Lizette Arbelaez J.

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